Geomalla
Espacialidades y Memorias en la Sociedad Red
Por: Erik Arellana Bautista y Jorge William Agudelo
Si el mapa se opone al calco es precisamente porque está totalmente orientado
hacia una experimentación que actúa sobre lo real.
Deleuze y Guattari
Esta investigación-intervención se enmarca en la focalización de las memorias producidas por algunos actores actuales que en forma de discursos y prácticas las relacionan con sucesos puntuales del pasado, y que hacen visibles en algunos espacios urbanos de Bogotá asumiendo las transformaciones propias de la ciudad que nos permiten explicar cómo, en esos contextos específicos y simultáneos. Las memorias imaginadas producidas por el estado colombiano y los medios masivos de comunicación no siempre se vinculan directamente con las memorias de la vivencia de los actores que construyen una orientación propia frente a las fragmentaciones que producen las memorias imaginadas.
La investigación está dividida en tres partes: i) Territorios, memoria menor y ancestral, ii) Periferias y memoria pública, y iii) Centro Urbano y memoria política. En la primera, se analizan los territorios desde la perspectiva de la relación naturaleza-cultura en las prácticas de los integrantes de la organización Sur del Cielo y en el movimiento de Hip Hop surgido en el barrio San Luis, ubicado en el kilómetro 5, vía a La Calera. Dada su práctica generamos la emergencia de la Memoria Menor y la memoria ancestral que la asumimos desde las prácticas de los indígenas colombianos a partir de las desconexiones entre el barrio y el páramo. En la segunda, se analizan las periferias y la desactivación de lo urbano (uso de la calle como espacio vivido) y la práctica de la memoria pública, tomando como referencia la actividad del Colectivo Teatral Luz de Luna del barrio Girardot.
Finalmente, en la tercera parte, se analiza el centro urbano haciendo énfasis en las transformaciones que ha sufrido en las últimas dos décadas éste fragmento de la ciudad de Bogotá, a razón de las características propias de las reestructuraciones en sus rasgos de ciudad global. Y por último, la memoria política tomando como punto de análisis las particularidades de figura arquitectónica de El Museo Nacional relacionadas con las dinámicas que generan las múltiples memorias que actualizan la política y que se comparan con las consideraciones que parten de ésta hacía la sociología moderna.
Para esto, se generó un Laboratorio de Memorias desde el que se hizo una interpretación de esas prácticas y se analizaron las espacialidades con el ánimo de articular a los agentes que piensan y reflexionan sus movimientos y que constantemente se reúnen para resignificar su condición dentro de la política. Así las cosas, se logró plantear una Cartografía Visual de Emergencia de Memorias que vincula imágenes, discursos y mensajes dentro de la Sociedad Red para construir un mapa de orientación que sirve como herramienta de análisis.
En este sentido, se tuvo en cuenta la idea de la fragmentación de los lugares provocada por la Sociedad Red (Castells 1999, Hyussen 2002), además de las investigaciones del geógrafo Edward Soja (2008), sobre la transformación de la ciudad de Los Ángeles en Estados Unidos, define las formas que adoptan la ciudades contemporáneas distibuidas en archipielagos carcelarios y enclaves de exclusión.
“Espacialidades y memorias en la sociedad red”, empieza por definir la sociedad red y la asocia a uno de sus elementos de análisis más importantes: el tiempo real y la relación que este ritmo dominante tiene sobre la memoria en términos espaciales. Así, elaboramos una crítica a esta relación considerando que las personas se espacializan de muchas maneras y que esa espacialización no se puede ver solamente desde el lente de las dinámicas del lugar sin tener en cuenta el afuera y las relaciones naturaleza y cultura descritas y analizadas por Juan Arturo Echeverri (2004), Alejandro Saldarriaga (2009) y Arturo Escobar (1999) para el caso de los territorios indígenas y afrodescendientes respectivamente.
Las referencias de la crítica de la cultura de la memoria a escala global (Huyssen, 2004) es uno de los referentes más visibles del trabajo y se presenta a partir de la situación que enfrentan los alemanes y los europeos en general respecto a los ejercicios de memorias después del genocidio de los nazis, del fascismo y de los crímenes que instauraron las dictaduras a partir de la violencia política en el cono sur de América. Nosotros situamos esto en el contexto colombiano y lo relacionamos con la emergencia del espacio de los flujos, esto se efectúa desde las intencionalidades de la ideología neoliberal que empieza a consolidarse a partir de la violencia socio política que exterminó a la Unión Patriótica y que terminó con la vida de tres candidatos que representaban intereses transformadores: Bernardo Jaramillo, Carlos Pizarro y Luis Carlos Galán. Estos crímenes tienen responsabilidades compartidas entre el Estado, Narcotráfico, Paramilitares y Guerrillas. Después de esto consideramos las masacres realizadas por grupos paramilitares en campos, selvas, montañas de la geografía colombiana entre la década de los 90’s y la primera del 2000.
En esta situación nos reconocemos en el conflicto que vivimos en Colombia, que ni se encuentra en una mejor situación, ni ha logrado nombrar lo sucedido en consenso con los colombianos, y que por otro lado nos hace dudar acerca de este presente creado y representado por los que han logrado vencer e imponer sus versiones de los hechos. Esto da cuenta de la sociedad en la que vivimos, nuestra posición política en cuanto a la relación con el pasado y nuestro compromiso con una apropiación seria y rigurosa de las formas que adoptan las relaciones sociales, la cultura.
En el caso del San Luis sabíamos que el patio de atrás del barrio era un páramo y que en él se venía gestando un proceso de varios años protagonizado por un movimiento Hip-Hop que se podría respaldar presentándoles referentes para que nutrieran su práctica. Antes, se había tenido dos experiencias previas por parte de los investigadores en las cuales se conectó el barrio San Luis con la Escuela Cultura y Libertad en el Barrio Caicedo en Medellín, y más tarde con el estudio de la productora Gatos Negros en París, Francia. Así se encontraron intenciones comunes con el colectivo Antena Mutante relacionadas con el Hip-Hop y se pasó a hacer la experimentación con conexiones e intervenciones en los espacios públicos de la calle y la Internet.
En el segundo caso, se analizaron las periferias y se focalizó un estudio de caso en el barrio Girardot en donde se trabajó la desactivación de lo urbano, es decir, las transformaciones del desuso de la calle como espacio vivido. Allí, la práctica de memoria pública se describe a partir del seguimiento al Colectivo Teatral Luz De Luna para sacar la noción de lo público del escenario netamente estatal y se propone una noción de lo público como acontecimiento que se produce en el libre acceso.
Del barrio Girardot conocíamos la riesgosa situación en la que se encuentra el Colectivo Teatral Luz Luna y el contexto donde crean sus obras: un barrio en condiciones de exclusión y que se entendió como un punto de desconexión del flujo de vehículos, personas e información que se produce cuando diferentes actores armados definen fronteras físicas e imaginadas que restringen el encuentro y las circulaciones en las periferias controlando los flujos. (Delgado (1999), Garcia-Canclini (2004) , Martin-Barbero (2004), Zibechi (2008) ) De la experiencia con este colectivo surgió la realización audiovisual de su producción teatral desarrollado conjuntamente con el colectivo Vivo Arte que coincide con el grupo de teatro en la memoria y los derechos humanos, temáticas que tratan en sus expresiones artísticas.
Finalmente, se analizó el centro urbano desde las transformaciones que hace décadas se vienen produciendo en Bogotá y que en los últimos años se han intensificado produciendo reestructuraciones en clave de ciudad global. Para esto revisamos la función de El Museo Nacional como figura arquitectónica que guarda la memoria imaginada al tiempo que dinámicamente emergen múltiples memorias que actualizan el concepto de política y que lo diferencian del que tenía la Sociología moderna (Bauman; 2001, Castells; 1999).
Así, el centro histórico y urbano de Bogotá es fundamental en la investigación toda vez que la experiencia de haber caminado, habitado e intervenido en acciones públicas que se crean colectivamente en ese lugar, nos ayudó a realizar una comprensión de su transformación y de lo que por ahí circula. Todas estas participaciones han sido conectadas a internet y se han trabajado desde la memoria asociadas a las movilizaciones indígenas, día del trabajo, víctimas, movimientos estudiantiles, etc., viviendo la intensidad de esa transformación del centro de la ciudad e identificando referentes que hacen parte de estos procesos, como por ejemplo, lo que sucedió en el marco del Bicentenario de las independencias de los países de América latina como una forma particular de representar el pasado y los conflictos del presente desde el punto de vista de la institucionalidad.
La propuesta de espacializar las memorias busca ponerlas en situación con las problemáticas emergentes en el proceso de transformación urbana que está viviendo Bogotá y en esta medida lograr comprensiones e intervenciones en espacios abiertos con imágenes y experiencias vividas del pasado y el presente, para producir un Laboratorio de Memorias a escala Distrital que permita hablar de un tejido de memorias desde la propuesta de una práctica experimental de intervención en el espacio público.
La finalidad en cada caso fue la de construir una situación (instalación audiovisual) donde se mezclaran imágenes y sonidos del pasado y el presente para generar una descripción de las transformaciones urbanas que acontecen en Bogotá y, por otro lado, con base en el diálogo con los agentes, provocar la emergencia de memorias que deberíamos producir para que emerjan de forma colectiva.
Esto, más nuestra experiencia en investigaciones acerca de las transformaciones del espacio urbano, la intervención urbana, la memoria, las víctimas de crímenes de estado, la imagen y la memoria, las relaciones entre la calle y la internet pensados como espacios públicos, muestra nuestro interés por estas temáticas que hacen parte de nuestra vida cotidiana. Esta investigación se convierte en una apuesta por generar un proceso ordenado de instalaciones audiovisuales creado colectivamente donde articulamos la Internet, la producción audiovisual y el trabajo colectivo en la construcción de una serie de situaciones que desde el Laboratorio logra que emerjan las memorias.
A partir de ahí habilitamos el laboratorio de memorias GeoMalla donde proponemos toda una serie de anclajes, referentes y discusiones de la Sociedad Red y las problemáticas que se instauran en tres situaciones diferentes que dieron lugar a los tres estudios de casos escogidos para armar una cartografía que permita entrar a comprender las transformaciones urbanas que acontecen en Bogotá.
Situarse en estas dinámicas de la Sociedad Red en el contexto colombiano, moverse a lugares desconectados de los flujos de información, personas y vehículos, ubicarse en un contexto de violencia socio-política complejo nos sitúa en una serie de contradicciones y ambigüedades, las cuales serán presentadas en esta investigación con la finalidad de identificar relaciones del pasado y el presente, se parte de la idea de lo fragmentado de la ciudad y de la experiencia de lo urbano, de las desconexiones provocadas intencionalmente por la implementación del espacio de los flujos que nos enmarca en un panorama adverso el cual se deberá enfrentar.
A continuación vamos a señalar algunas de las decisiones que se tomaron para presentar las tensiones en las tres situaciones que abordamos para habilitar la emergencia de memorias.
Para producir la emergencia de memorias tomamos la producción artística de la organización Sur Del Cielo y del Colectivo Teatral Luz de Luna, en ella encontramos el Hip-Hop de Sur Del Cielo y el movimiento Hip-Hop del barrio San Luis y toda la producción que se ha realizado en proyectos como Caminos Sin Destinos, Lucía Vargas y Ganyarikies. Esto nos sirvió de banda sonora para la producción audiovisual y nos brindó elementos para establecer la emergencia de memorias apoyados en las relaciones que ellos efectúan con el pasado a través de sus letras y experiencias, colaborándonos a hacer emerger la memoria menor, la memoria ancestral y la memoria política.
Los aportes que nos brindó el Colectivo Teatral Luz de Luna fueron sus obras de teatro callejero, donde a través de ellas emergen las memorias; ancestral, menor, política y pública. Esto se logró desde el archivo audiovisual del colectivo y además con diálogos y entrevistas donde se cuentan y se discuten sus experiencias de creación artística, las dinámicas que han desarrollado con el teatro callejero y comunitario y con las problemáticas explicitas en cuanto a la memoria, que nos colaboran a sustentar la emergencia de la memoria pública.
En el caso del centro urbano identificamos su transformación y la práctica del museo nacional, encontrando que la memoria de la nación se encuentra en la figura arquitectónica del panóptico diseñada por el arquitecto utilitarista Jeremy Bentham. Dadas estas circunstancias de la trasformación del centro urbano y las prácticas espectaculares del Museo Nacional decidimos nombrar la memoria política en función de comprender la relación con las instituciones y con las políticas creadas desde los movimientos sociales en torno a las cuestiones de violencia socio política que se referencia desde los acontecimientos del palacio de justicia en 1985.
La generación de estas dinámicas que se encuentran en constante movimiento van proveyendo una serie de rutas con las cuales se construye el mapa, basado en una idea básica en la que consiste el hacer del cartógrafo; el arte de hacer mapas.
“el mapa es abierto, conectable en todas sus dimensiones, desmontable, alterable, susceptible de recibir constantemente modificaciones. Puede ser roto, alterado, adaptarse a distintos montajes en una pared concebirse como una obra de arte, construirse como una acción política o como una meditación […] Contrariamente al calco, que siempre vuelve “a lo mismo”, un mapa tiene múltiples entradas. Un mapa es una asunto de performance” (Deleuze y Guattari, 2004: 18)
Esto nos remite a movimientos de las últimas vanguardias artísticas como los Surrealistas, Situacionistas y Fluxus (Crampton, 2009: 840). Estas experiencias son referenciadas en especial los Situacionistas desde los aportes de mapeo y las estrategias de prácticas urbanas desarrolladas por el arquitecto Constant Nieuwenhuys y Guy Debord. El aporte que retomamos de estas dos personas fue la estrategia de la Deriva que ellos generaron, donde referenciamos la idea que ellos plantean de entregarse a las condiciones del terreno y la renuncia momentánea a actividades que son propias de nuestra cotidianidad, esta estrategia de Deriva les permitió más tarde a ambos autores plantear mapas de la Naked City en el caso de Guy Debord y mapas y maquetas del proyecto más sorprendente que fue la Ciudad de Nomadas llamada la New Babilon diseñada por Constant. La idea del laboratorio es habilitar una cartografía que considera dos cuestiones que tratamos de relacionar que son las espacialidades y las memorias enfocadas en las transformaciones urbanas de Bogotá y en estas grietas que se generan, provocar la emergencia de memorias.
Las memorias emergen para la investigación en una puesta en escena que consiste en una video instalación en donde se mezclan imágenes del pasado y las imágenes que produjo el laboratorio donde se presentan las problemáticas abordadas en cada situación y la práctica de los agentes, esta video instalación es la propuesta colectiva que se construye y que referenciamos desde la Internacional Situacionista que consiste en la construcción de situaciones: “Nuestra idea central es la construcción de situaciones, es decir, la construcción concreta de ambientes momentáneos de la vida y su transformación en una calidad pasional superior. Tenemos que poner a punto una intervención ordenada sobre los factores complejos de dos grandes componentes en perpetua interacción: el marco material de la vida; los comportamientos que entraña y que lo desordenan”[1].
En estas video-instalaciones tratamos de aportar a cada una de las memorias, a que se encuentren mediados por pantallas y tratamos de brindarle a la organización Sur Del Cielo y al Colectivo Teatral Luz de Luna una apuesta audiovisual que nutra su trabajo. Y en el centro histórico y urbano de Bogotá generar un movimiento que se enfrente al control de la calle y las plazas efectuado por el Estado desde sus estrategias de control del encuentro.
Este proceso se genera desde una propuesta experimental de producción de un Laboratorio de Memorias que se entiende como una producción colectiva que busca situar las problemáticas en las cuales se ven envueltos los agentes que escogimos para trabajar con ellos. Es experimental en primera instancia por que teníamos una visión parcial de las situaciones a las que nos enfrentaríamos, pero no lográbamos dimensionar la complejidad de las circunstancias que los atravesaban, además de los problemas que nos encontramos al tratar de entrar en los lugares y practicar la ciudad con base en el mundo que propuso GeoMalla. Y es un laboratorio de memorias por que las experimentaciones tratan de generar conexiones y relaciones del pasado y el presente dentro de la sociedad red, en un contexto de exclusión generalizado de la circulación de vehículos, personas e información que definen y condicionan las situaciones que cartografiamos al tratar de hacer emerger las memorias.
La cuestión política de la práctica de la memoria vivida.
En el contexto global Huyssen analiza la emergencia de memorias en el contexto de represión por parte de los estados latinoamericanos estudiando el caso Argentino y Chileno. Donde se expone la construcción de un campo de conocimiento ligado a la memoria creando discursos sobre la misma en diversas claves desde lo jurídico y político, en términos culturales y hasta artísticos. Relacionamos lo anterior con las tres últimas décadas en Colombia donde han sucedido masacres en los campos, montañas y selvas; el exterminio de procesos políticos como el de la Unión Patriótica; los asesinatos sistemáticos de actores políticos de izquierda, los tres candidatos presidenciales entrando la década del 90´s y muchos otros hechos violentos que coinciden con el proceso de desnacionalización, que consiste en la entrada de agentes tecnoeconómicos de carácter nacional y global, y el establecimiento de un orden de control territorial en Colombia.
Estos acontecimientos del pasado deben ser revisados pues se encuentran asociados a problemáticas sin solucionar en Colombia. Teniendo en cuenta que estamos hablando de los mismos actores que en esos momentos intervinieron; el estado, el paramilitarismo, el narcotráfico y la guerrilla. Estos actores tienen la responsabilidad pues cortaron presentes que estaban inscritos en la política moderna y que buscaban la consolidación del estado nación Colombiano que se preparaba para lo que se veía venir, la consolidación e implementación de la ideología neoliberal, que podríamos decir son las intencionalidades con la cuales se ha implementado la estructura social dominante.
Con referencia en estos acontecimientos y la relación con las prácticas de memoria, nos ubicaría en comunes a las finalidades que se desarrollaron en el cono sur de América acerca de las practicas y políticas de la memoria, al respecto refiere Huyssen; “Determinan con alcance variable el debate cultural y político con respecto a los desaparecidos y a sus hijos en las sociedades posdictatoriales de América Latina, poniendo en el tapete cuestiones fundamentales sobre las violaciones de los derechos humanos, la justicia y la responsabilidad colectiva”.( 2001:20). A partir de esta reflexión acerca de Latinoamérica se podría decir que en Colombia se llevan a cabo producciones de memorias complejas y singulares de representar; pues estamos hablando de: “Memoria de ausencias, de vacios. Es el duelo suspendido por el desaparecido o el secuestrado; el duelo no consumado por los cadáveres insepultos; la memoria mutilada del desplazado al que le arrebatan su pasado, el sentido de su experiencia personal y su pertenencia colectiva para irse arrojado a un no-lugar en el cual puede dejar adivinar su identidad, su historia” (Sánchez, ,22). Por todos estos complejos pasados se torna urgente la experimentación para reconectar el poder de la política a través de la actualización del pasado. En este sentido se plantea toda una serie de prácticas de memorias que potencien la memoria vivida, en tanto el estado tiene muchas dificultades para asumir este papel y las personas involucradas en estos acontecimientos deben tener la oportunidad de volver al pasado y proponer respuestas a preguntas propias y autónomas -en todo el sentido libertario de la palabra- acerca de las cuestiones que se les cortaron en el pasado.
Las culturas de la memoria crítica de la actualidad, con todo su énfasis en los derechos humanos, en las temáticas de las minorías y del género y en la revisión de los diversos pasados nacionales e internacionales, está abriendo un camino para otorgar nuevos impulsos a la escritura de la historia en una nueva clave y, por ende, para garantizar un futuro con memoria. En el escenario posible para el mejor de los casos, la cultura de la memoria se relaciona estrechamente, en muchos lugares del mundo, con procesos democratizadores y con luchas por los derechos humanos que buscan expandir y fortalecer las esferas públicas de la sociedad civil (Huyssen, 2001:36)
El autor se ubica en las culturas de la memoria, donde esta comience a establecer referentes que permitan a la sociedad en su conjunto recurrir a diversos pasados. Esta cultura no plantearía recurrir necesariamente a los espacios de poder donde se toman decisiones acerca de la memoria, sino pensar la política para profundizar en las prácticas de las memorias vividas. Este quiebre o ruptura, si se quiere, se podría presentar desde la propuesta que desarrolla Michel Maffesoli acerca de la política de la informalidad. Estas prácticas pueden generar memorias que sean más espontaneas y liberadoras que desaten el nudo en la garganta que se forma cada que se recuerdan estos acontecimientos.
La cuestión de lo político desde el ámbito de lo instituido, de lo oficial, de lo normativo, y no desde el punto de vista de la dinámica instituyente, informal policultural, es decir, aquello que de manera cotidiana irrumpe en la estructura social y política conjuntándose con dinámicas inesperadas, asociadas a los imponderables y a lógicas subterráneas. (Maffesoli, 2007: 13)
La política inscrita en los lugares busca el encuentro. Esta postura tiene en cuenta las transformaciones que se están presentando y agrega toda la práctica en lo simbólico que alimenta la reactualización de las prácticas de la memoria. Referentes obligados, con los que se podrían brindar la ubicación en el presente. Esta práctica de memoria vivida puede considerarse en la medida que brinda a la cultura de la memoria el encuentro de nuevos referentes para establecer relaciones con otros pasados que permitan producir presentes y no estar supeditada a interpretaciones y representaciones de estudiosos, artistas, etc. “Dicha dinámica informal se localiza al margen de una estructura formal en donde a través del intercambio es una diversidad de factores producen una diseminación de la estructura formal o instituida” (Maffesoli, 2007,16). Esta propuesta es una apuesta por la ruptura con las instituciones del estado y organismos no gubernamentales en tanto no hagan el menor esfuerzo por entender que no interesa el impacto mediático, no interesa un proceso de curaduría, no interesa las argumentaciones a nivel teórico, etc. Interesa que las personas involucradas en estos complejos cruces puedan abrir preguntas de su caso singular y encontrar salidas para pensarse en esta sociedad.
Ahora con los elementos que se han expuesto frente a la problemática de desnacionalización y el pasado inmediato y con las consideraciones de la memoria vamos a pasar a considerar una propuesta para recorrer el pasado de la memoria en Colombia. Consideramos entonces la memoria política como una memoria vivida, una práctica que trae el pasado al presente para generar lazos de solidaridad, búscando poner en contexto las circunstancias que llevaron a que el pasado fuera cortado y en su proceso desarrollar relecturas del presente que ayuden a ubicarse y generar propuestas de movimientos propios, movimientos apropiados a las circunstancias de exclusión y explotación generalizados. Nos encontramos con una memoria que debe ser experimentada de forma individual, comunitaria, colectiva y distributiva. Pues son muchos los caminos, muchos los acontecimientos en los cuales detenerse y mucha la necesidad que se recorran para buscar prácticas que actualicen la cultura de la memoria en Colombia.
Entonces podemos llegar a una definición de la memoria política; aquella que considera concebir el conjunto de la sociedad con base en la diferencia y en las singularidades en las cuales los pasados fueron cortados. Esta memoria debe actualizarse en la práctica cotidiana y con la solidaridad que logre desarrollar con otros, para actualizar los pasados. Esta memoria gana en el movimiento, gana en tanto pueda ir de un lugar a otro y establecer relaciones que permitan confrontar al ritmo del tiempo real y establecer su propio ritmo.
Propuesta para una figura arquitectónica por la que podamos practicar la memoria política en Colombia.
Para considerar los pasados cortados, las prácticas de memoria política deben moverse, de un lugar a otro, debe ir de una idea a otra. Pues se encontraran en cada caso, con la exigencia que tiene de múltiples referentes; para que exista un proceso complejo de comprensión que permita traer las informaciones al presente y que considere la exclusión y el nuevo orden/desorden en cuestión a lo que ha instaurado la sociedad red.
Consideramos el espacio actual del museo nacional de Colombia y tratamos de pensar esta propuesta de práctica de memoria política. Nos encontramos con que para pensar la memoria vivida debemos estar fuera de la figura arquitectónica del panóptico, apoyarnos en los estudios de Foucault acerca de los diseños de Bentham. La memoria queda encerrada sin la posibilidad de establecer nuevas relaciones diferentes a las que se han elaborado desde la separación entre el poder y la política, los pasados remitirían a fechas y si no se hace algo a hechos aislados o señalados de ideológicos. Los pasados deben conectarse a través de múltiples centros de referencia, teniendo en cuenta que ninguna disciplina de las ciencias sociales sería suficiente para su comprensión. Todo esto debe entrar en el juego para rearmar el mapa de la cuestión. “A la peste responde el orden; tiene por fusión desenredar todas las confusiones: la de la enfermedad que se trasmite cuando los cuerpos se mezclan; la del mal que se multiplica cuando el miedo y la muerte borran los interdictos” (Foucault, 2005:201) No nos sirve que la memoria sea como la peste que se debe aislar, las cuestiones del pasado deben buscar formas para que se conecten y se encuentren con el presente.
En primera instancia la memoria política de Colombia debe pensarse de forma que los hechos no queden aisladados. Es necesario el encuentro, la búsqueda de entradas y salidas donde se comiencen a realizar relaciones con el pasado que lleven a propuestas que entren en conflicto con la cultura de la memoria que se está creando a escala global y que se proponga una desde la práctica a escala nacional. La memoria encerrada en el panóptico del museo nacional debe buscar fugas frente a la situación que se encuentra al estar involucrada en todo el contexto de transformación del centro urbano y histórico. Pues no es posible que los anclajes del pasado se encuentren por parte del estado en la siguiente situación:
Cada cual, en su lugar, está bien encerrado en una celda en la que es visto de frente por el vigilante; pero los muros laterales le impiden entrar en contacto con sus compañeros. Es visto, pero él no ve; objeto de una información, jamás sujeto en una comunicación. La disposición de su aposento, frente a la torre central, le impone una visibilidad axial; pero las divisiones del anillo, las celdas bien separadas implican una invisibilidad. Y esta es la garantía del orden. (Foucault, 2005: 204)
La memoria no puede estar aislada, las informaciones que se traigan del pasado deben entrar en conexión con el presente, deben abordarse múltiples relaciones que colaboren a que se establezca el carácter dinámico de la memoria. La memoria política de Colombia no puede quedarse encerrada en el plan centro, la memoria debe circular y en su camino comenzar a producir nuevas experiencias que favorezcan la introducción de nuevas preguntas acerca del pasado y del presente. Esta práctica se realiza desde hace varios años por movimientos de victimas de estado, organizaciones de derechos humanos y comunidades en Colombia. En un seguimiento de sus recorridos nos daría un acercamiento a los diseños de la New Babilon que planteo Constant, produciendo una cartografía bien especial que da cuenta del control espacial y de la forma de establecer practicas cercanas a lo que la internacional situacionista nombro como “urbanismo unitario”[2].
Por estas razones la figura arquitectónica que se entra a proponer es la del campamento de gitanos de Constant, pues desde su diseño el arquitecto Holandés consideró una primera maqueta para lo que sería su proyecto de un espacio abierto a la experimentación; “La liberación del comportamiento exige un espacio social, laberíntico y al mismo tiempo continuamente modificable. No habrá ya un centro al que se deba llegar, sino un número infinito de centros en movimiento” (Constant, 2006:87). Este carácter dinámico es una alternativa que puede recorrer la memoria política de Colombia, donde se generen rupturas con el centro que en este caso sería el estado, que propiamente ha perdido ser un solo centro y se entrará en prácticas localizadas que permitan establecer otros recorridos por el pasado. Cancelando la representación y planteando un compromiso frente a lo vivido y la práctica como cuestión fundamental de la producción de memoria. “No se tratará ya de extraviarse en el sentido de “perderse”, sino en el sentido más positivo de “encontrar caminos desconocidos”. El laberinto cambia de una estructura bajo la influencia de los “extravíos”.
Es un proceso ininterrumpido de creación y destrucción, al que llamo laberinto dinámico” (Constant, 2006, 87). El campamento de gitanos entonces es la figura arquitectónica que podría proponer para recorrer la memoria política donde se encuentren nuevos caminos para ubicarnos en el presente, una cuestión que nos ayudaría a comprender la política; “no es en principio el ejercicio del poder y la lucha por el poder. Es ante todo la configuración de un espacio específico, la circunscripción de una esfera particular de experiencia, de objetos planteados como comunes y que responden a una decisión común, de sujetos considerados capaces de designar a esos objetos y de argumentar sobre ellos” (Ranciere, 2005:18)
Hablamos entonces de promover las práctica de memorias, de ubicarnos en el contexto de control territorial y espacial que vivimos en el territorio Colombiano donde el principal actor involucrado es el estado y en la necesidad de establecer relaciones urgentes con acontecimientos del pasado para que este presente permita la puesta en común de cuestiones que involucran a todos los que nos encontramos encerrados en el territorio del estado nación colombiano.
TEJIDO DE MEMORIAS
Tejer una memoria colectiva entre diferentes lugares en la sociedad red, es posible gracias a que se nombraron las memorias relacionadas a la práctica de los agentes y esto creó los lugares comunes para establecer los acuerdos y darle forma a la producción de la memoria colectiva que trasciende la escala distrital. Al compartir una versión de la realidad, se logra una adhesión horizontal entre los lugareños y por ende su unión (com-unio) para construir la comunidad. Por eso, toda cultura y toda comunidad no sólo se basan en la comunicación son la comunicación. (Mandioki. 2006: 15).
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Realizamos una apuesta de comprensión de las prácticas culturales desde contextos y formas sociales que han introducido transformaciones en las categorías desarrolladas en la modernidad, permitiéndonos realizar una propuesta de prácticas de la cultura de la memoria.
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Se logró atravesar los espacios, cuestionando el control que se ha impuesto sobre ellos permitiendo que el pasado brinde referentes para enfrentar el presente.
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La realización de la plataforma Geomalla, sirvió para guardar memoria de los movimientos realizados en el Laboratorio, generando múltiples centros de referencia, desde los cuales podemos evidenciar la movilidad de los conceptos que empleamos en la investigación.
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Jugamos con el tiempo real, primero porque reconocemos el régimen de exclusión que este ha producido, pero reconocemos también las posibilidades que encontramos en la articulación de la conexión con el encuentro. Se vence esta dicotomía planteada desde la separación entre el espacio de los flujos y el espacio de los lugares, permitiéndonos actuar simultáneamente a través de pantallas y encuentros personales y comunitarios y colectivos.
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Consideramos indispensable que los estudios sobre memoria deben referenciar y reflexionar sobre las condiciones de la memoria menor pues el control espacial y territorial en Colombia y en Bogotá está generalizado y todos nos deberíamos considerar envueltos en las dinámicas de encierro, entonces deberíamos recurrir a comprender los saberes sometidos que plantea Michel Foucault. Es un proceso en el que podemos hablar de la producción de memoria menor, donde se entremezclan las experiencias de las situaciones vividas, los deseos, las emociones, los sueños, las luchas y también los deseos, tejiendo eso que denominamos como memoria social.
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Es fundamental la articulación de diferentes experiencias y reflexiones sobre el pasado y actualizarlas constantemente pues una única revisión del pasado es fragmentaria, unitaria y no permite diálogos y encuentros para la comprensión del presente.
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La idea del cyborg introducido en un espacio no tecnológico y las posibilidades que brindan las tecnologías de la información y la comunicación son herramientas que funcionan, no sólo para apoyarse en los registro y las observaciones sino para constatar posteriores verificaciones y análisis.
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Hemos conseguido a través de la experimentación el propósito inicial de la descripción de las memorias emergentes en los tres lugares en donde intervino el Laboratorio de Memorias. El segundo propósito que consistía en poner en circulación las memorias que emergieron en la Sociedad Red también se dio consiguiendo la formación del Tejido de Memorias a escala Distrital gracias a la posibilidad de introducir tecnología en los lugares que por distintas circunstancias no tienen o no participan del desarrollo técnico o tecnológico de la estructura social dominante que es, en todo caso, la que determina el espacio de los flujos.
Tenemos una aproximación novedosa de la memoria, pues se ubica en prácticas de memorias que se presentan en contextos socioespaciales complejos en los cuales son pertinentes reconocer cuestiones del pasado que las determinan. Esta apuesta del laboratorio de memorias nos presenta una entrada a la experimentación con el presente, referenciando discursos y prácticas del pasado, que pueden actualizar virtuales que no se pudieron actualizar, por el contexto de conflicto y violencia en el que hemos estado en Colombia y el cual lo referenciamos desde los acontecimientos del 48 en el centro urbano de Bogotá –Dentro de los audiovisuales- y haciendo énfasis a las cuestiones que determinan la consolidación de la ideología neoliberal como la ideología dominante que ha diseñado e implementado la sociedad red en Colombia desde la década de los 80´s.
Presentamos un estudio focalizado de la situación acerca de transformaciones urbanas en Bogotá y la aproximación de lecturas críticas que nos permiten pensar el encierro que vivimos no solo en Bogotá sino en el territorio colombiano en general.
Hacemos una apuesta por distanciarnos y generar rupturas frente a la memoria imaginada o representada por instituciones, organizaciones no gubernamentales, medios masivos y el mismo estado en la medida que pensamos que la memoria debe ser una práctica cotidiana y que esto debe considerarse en la medida que todos los colombianos tenemos un responsabilidad colectiva en las cuestiones de nuestro presente.
Esta investigación se piensa como un laboratorio de experimentación abierto que ha generado reflexiones teóricas propias, apuestas de intervención y de investigación, apropiadas para este contexto de represión y desactivación de lo urbano que vivimos en todas las ciudades colombianas.
Por otra parte creamos toda una forma de producir cartografías críticas de las ciudades, brindado la posibilidad de generar anclajes en el pasado que nos ayuden a poner lugares comunes que nos permitan actuar consensuadamente con individuos, comunidades, colectividades y movimientos sociales. Estas experiencias pueden desarrollarse en varias formas socioespaciales y en relación a ellos se puede entrar a describir y a analizar los espacios de representación que diversos agentes producen.
Con la presencia en el congreso ALAIC[3] dimos cuenta de la potencia de nuestra investigación, pues no existen acercamientos a estas temas desde la comunicación, esto nos hace pensar que hemos realizado una apuesta novedosa para entrarle a las cuestiones de las memorias en Colombia, con la cual podemos entrar en diálogo con el resto de Latinoamérica y el mundo.
Bibliografía
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[1] Tomado de https://www.sindominio.net/ash/informe.htm en el Texto: Informe sobre la construcción de situaciones, documento fundacional de la internacional en 1952 elaborado por Guy Debord. Recuperado: Marzo del 2008.
[2] “urbanismo unitario, es decir, de la crítica viviente, alimentada por las tensiones de la vida cotidiana, de esta manipulación de las ciudades y de sus habitantes. Crítica viviente quiere decir establecimiento de las bases para una vida experimental: reunión de creadores de su propia vida en terrenos equipados para sus fines”. (1961) Kotanyi y Vaneigem. Recuperado el 2 de Noviembre del 20010. https://www.sindominio.net/ash/is0605.htm
[3] Se realizaron dos ponencias en el congreso latinoamericano de investigaciones en comunicación ALAIC que tuvo el nombre: “comunicación en tiempos de crisis: diálogos entre lo global y lo local”. Se participo en la mesa de; “Internet y cibercultura” con el articulo que le dio el nombre a esta investigación: “espacialidades y memorias en la sociedad red ”y en la mesa de “Comunicación y ciudad” con el articulo; “territorios y memorias menores”