Un día sin muertos en la tele o en la radio, que vaya a la realidad

Las imágenes ligadas a la criminalidad y a la ilegitimidad en un contexto socio-cultural determinado por la violencia continua, masiva e indiscriminada, produce y reproducen circunstancias de vulneración a la dignidad humana.

La producción de audios, sonidos, ruidos y músicas relacionados con otras vulneraciones deben ser tratados de forma especial y no vanalmente o sin ciudado como si se tratara de otros contenidos, en especial en la relación que existe en la realidad ficcionada, en la ficción hecha realidad o representada como tal. La producción de contenidos con principios éticos, estéticos y políticos es insuficiente bajo un condicionamiento de las formas. Los consumidores de esas formas se enfrentan a un panorama de géneros y formatos y contenidos que se refieren a la vulneración de los derechos humanos no tienen en cuenta las dimensión múltiple del dolor. 

Es indispensable trabajar en la responsabilidad que implica que una gran parte de la sociedad comprenda cual ha sido del daño causado y como se puede hacer un reconociemiento que permita de alguna manera recomponer, reconstruir, construir después de un largo periodo histórico en el que se fueron extendiendo y prolongando las circunstancias que permitieron que ocurrieran dichas vulenraciones y el silencio guardado al respecto.

 

El daño físico, corporal o mental causado a las víctimas y a los sobrevivientes, merece un trato digno, respetuoso, pues su testimonio constituye una pieza indispensable en la creación de valor público, porque comprende en sí, que es lo que no se puede permitir, tolerar, promulgar o difundir. Y aquí es importante realtar que las representaciones de la violencia tienen connotaciones estéticas, éticas y políticas y de ellas dependen los criterios con los que se conciben, diseñan, estructuran, realizan, producen y difunden estos mensajes que van construyendo imaginarios de la sociedad a la cual pertenecemos, si volvemos sobre la reflexión de la producción de imágenes estamos dentro de la caverna platónica…

 

La época de reproductividad tecnológica y de distribución de equipos como video grabadoras y video proyectores ha permitido confrontar ciertos discursos y aunque quedan marginados y no tienen impacto masivo, generan alternativas fretnte a los discursos hegemónicos donde los protagonistas son los victimarios, donde el crimen es el enunciado principal y la vida no es más que una excusa que da paso a la muerte y no es un valor en sí.

 

A nivel periodístico los noticieros se han convertido en un ejemplo discutible, pues sus formatos con la excusa de la velocidad, dejan de lado la profundidad de los hechos que deben ser contextualizados y por el contrario se quedan en la recreación del conflicto desde los actos violentos, en el dolor de las víctimas, en los crímenes que no parecen tener causas ni consecuencias, solo hechos ocurridos que dan paso a los deportes, a la farándula, al espectáculo debordiano. El show por el show, no importa si el circo romano requiere de gladiadores y de leones fuera de sus jaulas, mientras la sangre corra y sean saciadas las necesidades instintivas de cazadores, de voyeristas, de cómplices ocultos tras las pantallas. Y digamos que aquí el cine norteamericano de acción ha sido el modelo a seguir, donde caen y caen vidas como en los video juegos, a los cuales los niños están creando adiciones difíciles de tratar. Decenas de programas de entretemiento para niños y niñas, basan sus narrativas en diferentes formas de agresión, modelos de reproducción de violencias.

Habría que revisar con lupa otros programas de entretenimiento, que son en su mayoría quienes ocupan las franjas de emisión, allí las representaciones de poder ubican la discusión del bien y del mal, de los buenos y de los malos, de quienes tienen y de quienes se toman la justicia por la mano propia, modelos poco conciliadores. Equiparado a otros espacios audiovisuales que van en detrimento de las declaraciones universales de los derechos humanos y de la creación de valor público.

Espacios de defensa de los televidentes son relegados a horarios de audiencias mínimas. Casos como el defensor del oyente se constituyen una premisa pues los formatos de “opinión” son los más prolíficos y se basa en muchos casos en el “humor” para burlar la integridad de las personas.  Hay que hacer una revisión a los casos de defensa de usurios en la sociedad red, en momentos donde esta prevalece en uso por parte de jóvenes y niños y fenómenos como la pornografía, pedrastía por mencionar algunos casos ocupan atención especial por organismos de seguridad internacional.

Campañas como las de RESO de señal Colombia, que son iniciativas importantes y destacables quedan cortas porque el público que ve este canal y sus franjas de emisión, no son precisamente quienes cometen estos actos inhumanos, como el abuso sexual, la violencia intrafamiliar.  Las medidas como filtros o pitos no se pueden considerar como aciertos, pues queda expuesto que queda censurado un contenido que llama atención y curiosidad especial.

por ellos porponemos Un día sin muertos en la tele o en la radio, que vaya a la realidad.